A 70 años de su nacimiento, Luis Alberto Spinetta vuelve con toda su inmensidad. Su segundo disco póstumo lo ubica al final de una de las series más brillantes de la discografía argentina.
Por Martín Acosta | La siguiente idea puede resultar clara si se pone el corazón al servicio de la compresión. Pocas cosas causan más desdicha que extrañar, y sin embargo se embellece tal asunto de melancolía si se da, de repente y por fin, con alguna carta jamás leída, con una foto nunca antes vista, con algún objeto que nos acerque a aquello que no podemos evitar extrañar. Tal podría ser la experiencia para muchos y muchas de quienes nos rodean y que, en efecto, han recibido en éstos días un nuevo disco de Luis Alberto Spinetta. Un soplo de arte, de amor, de auténtica elegancia musical que nos trae nuevamente el reflejo de su impronta con un material hasta entonces inédito, prácticamente nuevo. Un viaje novedoso a través del exquisito mundo que Luis nos pinta con su capacidad compositiva al tiempo que afirma su meticulosa lucidez para la disposición de las palabras que, por cierto, embellecen aún más las siete melodías que trae el disco.
En términos más técnicos y concretos, mencionar que Ya no mires atrás es el nombre de éste nuevo álbum, el segundo disco póstumo de Luis Alberto Spinetta. Mencionar también que el mismo fue grabado en su estudio La Diosa Salvaje entre los años 2008 y 2009, lapso temporal que va desde el lanzamiento de Un mañana (junio del 2008) y la monumental presentación de Las Bandas Eternas (diciembre del 2009). Se trata de siete canciones que, según comentarios de Catarina, fueron halladas por ella misma grabadas en un pen drive, canciones a las cuales solo les faltaba un trabajo de posproducción, es decir, la mezcla final y la masterización, un proceso que fue llevado adelante por su familia. Colaboraron en la ejecución musical de las mismas, en su momento, Claudio Cardone, Mono Fontana, Nerina Nicotra, Sergio Verdinelli y Alejandro Franov, mientras que la grabación y la mezcla del material fue obra de Mariano López; a su vez, durante todo el proceso, la asistencia estuvo en manos del también legendario Aníbal “La Vieja” Barrios. En cuanto a la gráfica del material, cuenta la propia Catarina que la tapa del disco es un dibujo que pertenece al propio Luis, y que lo mismo ocurre con los dibujos digitales que dan forma al arte del disco, mientras que Alejandro Ros estuvo a cargo del diseño del material.
Adentrándonos ya en las canciones, es posible afirmar que las siete piezas musicales se sostienen como flotando sobre la calidez característica que crea la voz del Flaco. Un clima envolvente que nos invita a jugar al olvido de su ausencia, que nos permite experimentar -una vez más- el placer que dan sus discos, que borra toda sensación de espacio y tiempo. La obra comienza con Veintes Ciudades, tres minutos de una hermosa canción de amor que parece no parar de comenzar, una y otra vez. Una canción que explora ese sentimiento tan simple y tan extraño a la forma del flaco, es decir, mediante letras y ritmos a esta altura indispensables. Se destacan frases como “Con tus propios ojos ves lo hermosa que sos, y no hay razón para llorar... tranquila, amor nunca te va a faltar...no”, o bien “debes comprender que el mundo nunca juega a lo mismo, luego… Sólo quedan cenizas del alma que has de romper...”; y es entonces que el viaje ha comenzado, los matices venideros se irán desplegando ante una audiencia que irá a la caza de mensajes y sentidos una y otra vez, con cada escucha del disco.
El segundo tema es Ya No Mires Atrás, canción que da nombre al disco y cuya existencia ya nos había sido anticipada en el material que exhibió National Geographic bajo el formato BIOS. Una delicia musical que luce una simpleza melódica y lírica que parece alentarnos a seguir, porque como ya sabíamos de antes, mañana es mejor. Aquí la pluma de Luis nos regala momentos sublimes tales como “(…) es tan temprano y te aburren las horas, ya no temas a la distancia que te aparta, te aleja de tus sueños otra vez… ya no mires atrás”. El periplo continúa con Agua de Rio, una auténtica combinación de energía y sensibilidad, otra demostración de los matices de aquella voz que tanto amamos, una exquisita poesía musicalizada en la cual sobrevuela una advertencia que pareciera conveniente tener siempre a mano: "(...) viaja en el viaje que más te mueve la vida, piensa antes de actuar que los diablos empiezan por dentro...".
El cuarto tema es Nueva luna, mundo Arjo, una composición que Spinetta había tocado en vivo en cuantiosas oportunidades pero que, sin embargo, jamás había registrado hasta entonces. En relación a esto la propia Catarina recordó que se trata de una canción que viene de la época de Spinetta Jade, dando a entender que el hallazgo de la misma en el pen drive antes mencionado es el registro sonoro de una auténtica joya, en la cual las palabras parecen apoderarse de todo lo que hay: “Tal vez oí una dulce oración en el plexo solar... canción de amor contra tanta desdicha... Tan pronto llega el día, tan pronto va a estallar... ¿y por qué toda la poesía y toda la vida no se juntan aquí?”. A continuación, comienza a sonar Merecer, una apuesta rítmica que parece disruptiva en relación a los sonidos que se venían escuchando, pero no por disruptiva es opaca, por el contrario, pone de relieve la total versatilidad que ha caracterizado la obra de Luis. El tema cuenta con la participación de Dante y Valentino Spinetta, quienes comparten la autoría de la pieza y aportan sus voces para incluir numerosas frases al tiempo de un rap que encuadra perfecto con la dinámica que traía la canción. Aquí destacan letras que aportan otra perspectiva para pintar cuestiones vinculadas al inmenso universo que compone el amor: “Dime que ves que me podrás querer mañana cuando encuentres una razón, sin temor, dime que sientes que te sé querer, con todo, cuando vuelves al amanecer… para amarte hasta morir”. Para ésta canción puntual, Catarina mencionó que todo lo registrado es de aquél momento, que no han incluido ni fragmentos ni estrofas para ésta edición.
Acariciando el final del disco nos encontramos con el octavo tema, Luces y sombras, y aquí nuevamente la voz del Flaco explora límites asombrosos, logrando alcanzar un clima que nos hace olvidar que ya no está. Una canción que nos traslada a una atmósfera que borra su ausencia física porque parece no haberse ido, sino haberse vuelto canción. La letra también es brillante, y no se descubre nada con esto, puesto que es una constante en toda su obra, en todas sus bandas, es posible destacar, entre otras, frases como: “De vez en cuando sueño contigo, y al despertar no encuentro el tiempo ni encuentro el aire si no estás”, una belleza. El último tema, como no podía ser de otra manera, es también impresionante. Se trata de Diadema, una composición en la que Spinetta aportó la letra y Franov la música. Una canción que sabe a noche, a vino tinto, y que invita a la reflexión con una letra alucinante: “En tus ojos el sol más bien, sin el tiempo y la oscuridad, de tu mano camino así la diadema de amor total, en tus ojos el sol más bien, sin el tiempo y la oscuridad, de tu mano camino azul la diadema de amor total”.
En breve, el 8 de febrero, serán ya ocho años de su partida. Sin embargo, al abrigo de su nueva forma etérea, el Flaco parece enviarnos estas caricias musicales para que nuestro planeta cotidiano y nuestras vidas disímiles puedan seguir teniendo sus mensajes para volver así la existencia, quizás, algo menos densa.